sábado, julio 01, 2006

FIN DE MÓDULO

Los chicos y las chicas de Grease salen de su High muy apesadumbrados. Saben que al día siguiente ya no tendrán clases y que las vacaciones de verano han llegado, !qué pena! Nuestro módulo, que no el máster, llega a su fin, y como los alumnos mediocres, faltan poco más de veinticuatro horas y tengo más tareas inconclusas que conclusas. Bueno, ésta se acaba ahora, y ya son tres. Y las otras tres están... como dirían mis alumnos, al fuego. Pero rápido, que no lento, que si no, no llego.

Según avanza el máster, y ya vamos por nueve meses, es hora de retratarse. ¿Qué sé hacer y qué no sé hacer? A la hora de afrontar la tarea final del módulo de Ciencias Sociales con poco, muy poco tiempo, resultan más evidentes si cabe, las debilidades y las fortalezas. Técnicamente he aprendido mucho, muchísimo, pero sigo sin dar la batalla de forma eficiente en algunas trincheras. Sé utilizar Dreamweaver pero me muevo con poca soltura. Un desarrollo me cuesta horrores, y es una debilidad que tengo que superar más pronto que tarde porque nuestro moodeliano proyecto tiene fijadas metas exigentes en ese terreno. Flash también es mi asignatura pendiente y en este módulo lo pago, porque en un día no puedo hacer prodigios técnicos para la tarea número 4. El audio tampoco es mi fuerte, vaya. Audacity lo controlo y he hecho cositas con él, pero no va a marcar diferencias. Esas son mis debilidades confesadas. Mis puntos fuertes pues son más o menos los que ya lo eran hace unos meses, pero con más fuerza si cabe, modestia aparte. Huelga entrar aquí en detalles porque la vanidad propia, siendo aún mucha, tiene aún algún límite. En terrenos técnicos he de reconocer que piso firme y muy a gusto con Hot Potatoes. Realmente este programa, que no conocía hasta que Sergi Roura nos lo introdujo con tanta presión como eficacia virtual, no era para mí muy de mi gusto. Lo veía formal, con pocas posibilidades de conjugar contenidos, actividades. Incluso los desarrollos que conocía, por lo demás, bastante abundantes, me parecían muy pero que muy poco variados y creativos. Pues de eso nada. El programa da muchas, muchísimas posibilidades para realizar desarrollos muy de mi gusto. Puedo dar rienda suelta a mis conocimientos de html, y prácticamente en el ámbito de la imagen, las posibilidades son infinitas. Y la edición Web, fantástica, fácil y vistosa. En audio tiene límites, seguro que menores que los que a fecha actual encuentro, mas no todo es perfecto. Ya he desarrollado dos para el máster, uno sobre cómo aprender a hacer blogs, en el módulo 4, Todoblog, y uno segundo, en el módulo 5, sobre la sociedad y la revolución industriales, Jack el destripador y la sociedad victoriana. Pues en este módulo, intentando un engarce con la actividad del tema 1, el prodigioso viaje de los Simpson a Finlandia para asistir a la inauguración de la nuclear de Olikuoto, Bart y familia prolongan su estancia en Europa con un tour de diez días más en los que visitan las diez capitales de los estados que entraron como miembros de la Unión Europea en 2004. En 4.º de ESO, en Ciencias Sociales, hay que conjugar el estudio de Historia del Tiempo Presente con la Geografía descriptiva política. El próximo curso, si doy clases en ese nivel, podré emplear el recurso. Realmente lo que subyace tras el desarrollo es una caza del tesoro camuflada, aunque no hay ni gran pregunta ni se exige el trabajo colaborativo en grupo. Aquí Bart sí da rienda suelta a su individualismo made in USA.

SOBRE LA MOTIVACIÓN DEL JUEGO MULTIMEDIA Y OTRAS REFLEXIONES MODULARES

Aunque Homer es incapaz de diferenciar el sabor entre dos rosquillas distintas, en esto de la enseñanza, igual que en la cocina seria, más que recetas, lo que hay es platos. Por mucho que uno pueda leer, estudiar, incluso imitar la realización de actividades tipo, al final, uno imprime su propio estilo y define su propia tipología, igual que todo cocinero que se precie se distingue de otro por la cantidad de sal, el tiempo de cocción o el famoso “secreto” de su plato más apurado.
Pretendemos hacer una webquest, y nos sale otra cosa, que tiene más forma que fondo o fin respecto al modelo teórico inicial. En este sentido son enriquecedoras las reflexiones del profesor Manuel Área Moreira , de la Universidad de La Laguna. Y si lo que pretendemos es hacer una caza del tesoro, también les sugiero la lectura del trabajo del profesor Jordi Adell , de la Universitat Jaume I, que, como ya vemos, al final no se aparta mucho, eso sí, en soporte multimedia, de las antiguas búsquedas bibliográficas que explotan los más profundos y motivadores recursos didácticos: la curiosidad y la competitividad. Y entre niños, eso se llama juego. Y entre los menos niños, también.
Nuestra contribución como docentes a la producción multimedia ad hoc responde siempre a la necesidad de ajustar el producto al público, y esa adaptación no es otra que la pretensión última de adaptar nuestra práctica docente –en este caso, nuestra producción de recursos multimedia-, a los objetivos formulados en un grupo de clase (programación) o de forma más concreta, en un alumno o alumna (adaptación curricular). Y eso es tan viejo como la enseñanza misma, desde la Escuela de Atenas clásica hasta la enseñanza virtual del siglo XXI, claro está, unas veces pretensión explícita, las más, implícita.

LA REVOLUCIÓN DE LOS BLOGS

Con los blogs me sucede como con aquellas personas de la vida que uno ha conocido pero no sabe muy bien cuándo fue esa primera vez. Si dijera cómo aprendí a hacerlos, mentiría, porque ese ha sido un ejemplo de aprendizaje informal. Supuestamente enseño a hacerlos, a mis alumnos y a algunos compañeros profesores en cursos de didáctica, pero a fuer de ser sincero, más bien son ellos, algunos de ellos, los que me aportan ese punto final de conocimiento que me permite mejorar mi trabajo con ellos día a día. Si dijera cuándo vi uno por primera vez, tampoco podría responder, porque seguro que fue algún día, navegando, cuando saltando de página en página, me tropecé con uno. Si les dijera cuántos he hecho, de responder, también les tendría que mentir, porque no lo sé, bastantes tal vez. Mantener, mantener, éste y alguno más.

Esto de los blogs, con franqueza, es lo más parecido a una revolución fantasma. Va a haber, hay ya, un antes y un después, incluida la enseñanza, pero las transformaciones políticas y sociales que va a producir están aún por ver. Le invito a leer el libro de José Luis Orihuela, La Revolución de los blogs, de edición recientísima. Lo he comprado y descansa ya sobre la mesilla de la cama a la espera de ser abierto en alguna noche veraniega de insomnio. Si de aquí a unas horas leo algo interesante, les prometo contar algo.
Los blogs gustan bastante. En mi centro de trabajo, tan autocrítico él, dirían que muchísimo. Yo que soy más prudente, matizo. A fin de cuentas, a nuestros alumnos y alumnas cada vez menos cosas de las que les presentamos en las clases les sorprenden. Por fortuna, probablemente. Su entorno cada vez les enseña más, y eso es bueno, vaya. Muy bueno, aunque sea a costa de nuestra vanidad como misioneros del conocimiento. Reflexiono y reflexiono sobre ese gusto, y creo que, otras interpretaciones aparte, probablemente el secreto está en que proyecta muy bien dos de las circunstancias humanas más marcadas y al mismo tiempo contrastadas: exhibicionismo y timidez. Se muestra aquello que normalmente, en un marco de comunicación presencial, no se diría, ni se enseñaría… Se busca en la recepción individual, distante del mensaje, cierta complicidad, una aceptación pasiva o una incitación a una participación activa en torno a temas que son centros de interés compartidos, y que difícilmente tendrían cabida en la sesión presencial de clase. Los contenidos paracurriculares son tanto o más interesantes que los propiamente curriculares. Y uno, como profesor, al leerlos, tiene un poco la misma sensación del espectador de la animación inicial de Grease, entrar en sus habitaciones, en ese pequeño templo de la intimidad de cada uno: futbolistas, actores y actrices, cantantes, personajes de ficción, sueños profesionales también… Y uno, que en clase se enreda, como no puede ser de otra forma, con el Desembarco de Normandía o con la Construcción del Muro de Berlín, claro, tiende a abandonarse un poco a la realidad de que frente a uno lo que hay es adolescentes cuyos pensamientos están en un universo muy interno y convulso de inquietudes, que, como no quiere la cosa, se desliza de forma más o menos sigilosa, entre tarea y tarea publicada en sus blogs. Como éste. Y es que todos buscamos discretamente darnos a conocer tal como somos y un poco de reconocimiento.

domingo, junio 25, 2006

TECNOLOGÍA EDUCATIVA EN RYDELL HIGH SCHOOL

Los chicos y las chicas de Grease fueron distinguidos por una cadena de televisión -la novedad comunicativa de masas de los cincuenta- con la selección del Rydell High School para protagonizar un programa. Razón: el instituto reflejaba los valores, la organización, la enseñanza de un "instituto medio" de EE.UU. Algo así como el Springfield de los Simpson, el nombre evocadoramente primaveral que se repite en más de cien ciudades de EE.UU. a cual más parecida. La imagen de este aula, con sus alumnos y su envarado profesor de Geografía, seguro que entonces esta imagen pasaría por vanguardista. Hoy está claro que no es el paradigma de aula.
Todos miran a la cámara porque ésta se sitúa en la misma puerta por la que hace acto de presencia, atareada, formal, formalísima, Sandy (Olivia Newton John). Está claro que el oficiante es el profesor y toda la orquesta, atenta, está orientada hacia él, esperando instrucciones que, en su momento se dieron. La diligencia de los alumnos ultimando alguna tarea individual delata. Está claro que el profesor no está muy influido por las estrategias docentes que postulan el trabajo asociativo, no. Tampoco parece que la interacción entre éste y los alumnos sea grande, ni entre éstos, separados, cada uno en su pupitre, inmersos en su mundo de aprendizaje instruccional propio, poco interdependiente.
Alguien puede decir, !qué simplificación! Por una imagen, por una escena corta de una película, no podemos juzgar tanto, ni tan mal, pero sí en cambio podemos apuntar algunos aspectos relevantes. Por ejemplo, no sé si a ustedes, pero a mí sí me llama mucho la atención la presencia en primera línea de esa gigantesca máquina de escribir. Rydell High School está poblada de ellas. Ni que decir tiene que la directora, la Srta. McGee tiene una en su despacho. Pero nadie escribe en ellas. Y yo me pregunto, ¿qué utilidad puede tener esa máquina en una clase de Geografía? Alguien en su momento seguro que propuso una "maquina de escribir" por aula como equipamiento imprescindible y... bueno, el resultado el que se ve y se intuye cincuenta años después.
Algo parecido, salvando las distancias, ocurre en nuestros centros con la sempiterna propuesta de un ordenador por aula -y si se conecta con Internet, mejor-, que llevo oyendo años, y no precisamente por parte de los profesores más tecnófilos. Y yo ahora también me pregunto, ¿cómo se puede trabajar con un ordenador con veinticinco, treinta alumnos...? Uno navega y treinta miran desde el muelle el atraque. Ante esta respuesta, siempre alguien replica: "no, es para buscar información". Y entonces yo repregunto: ¿y cómo esa información se facilita a sus compañeros?, ¿se dicta? "No, se imprime", se contesta con seguridad. O sea, que el bien más preciado de un instituto, carísimo en su explotación cotidiana, la impresora, pues en el aula también, sin contar con las dificultades de edición de impresión que tiene mucho material Web. Y después yo pregunto. ¿Una copia para treinta? Tinta, tiempo, necesariamente alguna máquina de fotocopiado muy accesible, y seguro que aún ruidosa.
Mientras los alumnos no tengan ordenador portatil personal y haya la opción de conexiones inalámbricas en todo el centro, mientras eso no suceda, el aula específica con equipos conectados en red es la respuesta lógica, útil, flexible y eficiente a las necesidades de uso de TIC en los centros. Pero ya vemos, la obsesión de tener un procesador de texto en el aula, por poco viable que sea su uso, no es nuevo. Ya lo había en Rydell High School.