sábado, julio 01, 2006

LA REVOLUCIÓN DE LOS BLOGS

Con los blogs me sucede como con aquellas personas de la vida que uno ha conocido pero no sabe muy bien cuándo fue esa primera vez. Si dijera cómo aprendí a hacerlos, mentiría, porque ese ha sido un ejemplo de aprendizaje informal. Supuestamente enseño a hacerlos, a mis alumnos y a algunos compañeros profesores en cursos de didáctica, pero a fuer de ser sincero, más bien son ellos, algunos de ellos, los que me aportan ese punto final de conocimiento que me permite mejorar mi trabajo con ellos día a día. Si dijera cuándo vi uno por primera vez, tampoco podría responder, porque seguro que fue algún día, navegando, cuando saltando de página en página, me tropecé con uno. Si les dijera cuántos he hecho, de responder, también les tendría que mentir, porque no lo sé, bastantes tal vez. Mantener, mantener, éste y alguno más.

Esto de los blogs, con franqueza, es lo más parecido a una revolución fantasma. Va a haber, hay ya, un antes y un después, incluida la enseñanza, pero las transformaciones políticas y sociales que va a producir están aún por ver. Le invito a leer el libro de José Luis Orihuela, La Revolución de los blogs, de edición recientísima. Lo he comprado y descansa ya sobre la mesilla de la cama a la espera de ser abierto en alguna noche veraniega de insomnio. Si de aquí a unas horas leo algo interesante, les prometo contar algo.
Los blogs gustan bastante. En mi centro de trabajo, tan autocrítico él, dirían que muchísimo. Yo que soy más prudente, matizo. A fin de cuentas, a nuestros alumnos y alumnas cada vez menos cosas de las que les presentamos en las clases les sorprenden. Por fortuna, probablemente. Su entorno cada vez les enseña más, y eso es bueno, vaya. Muy bueno, aunque sea a costa de nuestra vanidad como misioneros del conocimiento. Reflexiono y reflexiono sobre ese gusto, y creo que, otras interpretaciones aparte, probablemente el secreto está en que proyecta muy bien dos de las circunstancias humanas más marcadas y al mismo tiempo contrastadas: exhibicionismo y timidez. Se muestra aquello que normalmente, en un marco de comunicación presencial, no se diría, ni se enseñaría… Se busca en la recepción individual, distante del mensaje, cierta complicidad, una aceptación pasiva o una incitación a una participación activa en torno a temas que son centros de interés compartidos, y que difícilmente tendrían cabida en la sesión presencial de clase. Los contenidos paracurriculares son tanto o más interesantes que los propiamente curriculares. Y uno, como profesor, al leerlos, tiene un poco la misma sensación del espectador de la animación inicial de Grease, entrar en sus habitaciones, en ese pequeño templo de la intimidad de cada uno: futbolistas, actores y actrices, cantantes, personajes de ficción, sueños profesionales también… Y uno, que en clase se enreda, como no puede ser de otra forma, con el Desembarco de Normandía o con la Construcción del Muro de Berlín, claro, tiende a abandonarse un poco a la realidad de que frente a uno lo que hay es adolescentes cuyos pensamientos están en un universo muy interno y convulso de inquietudes, que, como no quiere la cosa, se desliza de forma más o menos sigilosa, entre tarea y tarea publicada en sus blogs. Como éste. Y es que todos buscamos discretamente darnos a conocer tal como somos y un poco de reconocimiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí el blog de Luis me gusta mucho, no sólo por los contenidos que son muy interesantes y didácticos, sino también por la redacción de los comentarios que resulta sumamente amena y por el uso del lenguaje que es impecable. Enhorabuena.